La maldad nace de la supresión hipócrita del gozo
Una cucaracha recorre el jardín húmedo
de mi chambre y circula por entre las botellas vacías:
la miro a los ojos y veo tus dos ojos
azules, madre mía.
Y canta, cantas por las noches parecida a la locura,
velas
con tu maldición para que no me caiga dormido, para que no
me olvide
y esté despierto para siempre frente a tus dos ojos,
madre mía.
Leopoldo María Panero